Picho, un Lince en Monfragüe

Actualmente en Monfragüe hay un lince llamado Picho. El CSIC liberó un ejemplar el año pasado para ver cómo influye su presencia en otras especies, y todo parece indicar que el animal, que no aunque no puede procrear, está muy contento.

Picho, el Lince de Monfragüe

Linces en Monfragüe

Nació el 27 de marzo de 2018 en el centro de cría en cautividad ‘El Acebuche’ (Doñana), es hermano de Pirata y Piperita e hijo de Júpiter y Brisa, la primera hembra nacida en ese centro andaluz, en 2005.

Es el primer lince que se pasea por Monfragüe en décadas, aunque su presencia no puede considerarse una reintroducción de esta especie en peligro de extinción, ya que el animal no puede procrear. Nació con un solo testículo (criptorquidia) y se le practicó una vasectomía para evitar que sus descendientes heredaran esta deficiencia.

Su llegada al parque se explica por un proyecto del IREC (Instituto de Recursos Cinegéticos, adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas), en el que colaboran el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la Junta de Extremadura. «Pretendemos evaluar cómo afecta la presencia del lince a las poblaciones de carnívoros, con datos tanto ecológicos como epidemiológicos», explica el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que añade que «la información obtenida permitirá mejorar el conocimiento de la especie y su relación con los carnívoros competidores.» El estudio iba a concluir este año, pero se ha decidido prorrogarlo dos años más, lo que garantiza que ‘Pincho’ seguirá moviéndose por la comunidad autónoma a su antojo.

Dónde ver al Lince de Monfragïe

Desde que llegó al parque nacional, el animal se ha desplazado de norte a sur y de este a oeste. Ha tardado tres días en salir de su jaula, pero una vez que lo ha hecho, ha explorado el entorno sin que parezca que las distancias sean un impedimento para él, como es típico en la especie (el caso de un ejemplar liberado en Portugal y que llegó a Barcelona fue muy comentado).

El primer lince ibérico de Monfragüe de este siglo ha cruzado varias veces el embalse de Torrejón-Tiétar, y también los ríos Tajo y Alagón. El geolocalizador que lleva en el cuello ha permitido seguir sus pasos desde el primer momento, y se sabe que ha estado cerca del puente del Cardenal y de la puerta del Tiétar, de la carretera autonómica EX-A1 y también que se ha acercado a Malpartida de Plasencia y en la época de celo a Mirabel. También se ha movido por la zona de los Canchos de Ramiro y ha deambulado por el aparcamiento público de Villarreal de San Carlos. Incluso llegó a una finca situada cerca de Zarza la Mayor, junto a la frontera portuguesa. De hecho, estando allí fue geolocalizado desde la localidad portuguesa de Salvaterra do Extremo. Fue capturado y devuelto al parque, donde sigue viviendo.

Parece haber encontrado allí un hábitat cómodo. Se ha descubierto que ha cazado algunos cervatillos, y hay quien afirma en la zona que su presencia ha provocado un aumento de la población de conejos. Esto encajaría con las conclusiones de la investigación presentada por el Ministerio para la Transición Ecológica en septiembre del año pasado. Fue realizada por expertos del IREC, la Estación Biológica de Doñana, la Fundación CBD-Hábitat y la Universidad de Oviedo, con el apoyo de la Junta de Extremadura y el propio Ministerio. Publicado en la revista científica ‘Biological Conservation’, el trabajo realizado durante tres años permitió concluir que «la presencia del lince genera efectos positivos en cascada sobre los niveles tróficos inferiores, es decir, sobre sus presas, el conejo y la perdiz roja».

«A pesar de que el lince consume conejos como su principal presa», resumen los investigadores, «su presencia evita que un mayor número de otros carnívoros (zorros y mangostas, sobre todo) sigan alimentándose en estos territorios, reduciendo el número de conejos y perdices depredados». «La reintroducción del lince ibérico en el valle del Matachel, en Badajoz, generó una reducción en la abundancia de zorros y mangostas de aproximadamente un 80%», añade el estudio, cuyo investigador principal fue José Jiménez, del IREC. «Estos resultados -señala Jiménez- apoyarán la aceptación social de las reintroducciones de lince ibérico, algo fundamental para el futuro de la especie».

Quizá una prueba de esa aceptación social se dio a finales del pasado mes de diciembre, cuando ‘Pincho’ fue visto por varios cazadores que participaban en una acción cinegética celebrada en la finca Las Cansinas del Oeste. En ese momento, varias asociaciones ecologistas denunciaron públicamente el peligro que la cacería suponía para el animal, que tuvo que huir de los perros (en la actividad participaron 16 rehalas, es decir, unos trescientos perros, según los grupos conservacionistas). Se sabía que el lince rondaba por la zona porque unos días antes había cazado una cierva en los alrededores. Y efectivamente, algunos lo vieron. Ningún cazador le disparó. Alguien tiró la escopeta y cogió el móvil para grabarlo.

Fuente: https://www.hoy.es/extremadura/pincho-lince-iberico-20201018005703-ntvo.html

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